El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió el ...
Jesús había anunciado su muerte. Desde entonces, la tristeza había inundado los corazones de los discípulos, se sentían a punto de naufragar, tal como aquella noche de tormenta cuando el agua había ...
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